Terminando de cursar “Tecnología Educativa”, materia de la Carrera Docente de la Universidad de Buenos Aires, no puedo no repensar y preguntarme, ¿por qué? ¿Por qué se incluye esta materia entre las 4 o 5 materias que conforman el plan de estudios? Algo de utilidad deberá tener. ¿Por qué las tecnologías? ¿Por qué ahora? ¿Por qué pensar la educación desde las tecnologías?
El salto tecnológico y comunicacional que comenzó hace unos años y explotó definitivamente con la masificación de Internet, modificó y sigue hoy modificando a las sociedades y su forma de ver y entender el mundo. Alumnos y docentes no somos ajenos a estos cambios sustanciales, y los procesos de enseñanza-aprendizaje no pueden no verse impactados por ellos. Los alumnos han cambiado si los comparamos con aquellos de hace unas décadas. No son los mismos. Las formas de leer, de escribir, de comunicar ideas y de socializar, entre otras, no son las mismas. Los docentes, entonces, tampoco podemos ser los mismos.
Como escribe Lila Pinto en su artículo “¿Por qué hacer proyectos con tecnología?”:
(…) Como educadores es posible vincularnos con las nuevas tecnologías de manera que las mismas nos permitan reflexionar acerca de lo que hacemos, cómo lo hacemos y cómo podemos hacerlo. Podemos apropiarnos de la tecnología para crear proyectos que se acerquen a la educación que deseamos construir en nuestras aulas. Pero aclaremos: no es “la tecnología” la que nos permite producir estos cambios, sino nuestra decisión de imaginar con y a través de ella.¹
Es decir, debemos poder aprovechar las nuevas tecnologías para repensar profundamente los problemas en la educación actual, y así éstas, tal vez, puedan ayudarnos a encontrar los caminos para empezar a construir las soluciones. El desafío es planificar con tecnología, diseñar proyectos serios, genuinos, que no solo lleven a la inclusión caprichosa y banal de actividades «con tecnologías», sino que puedan constituirse en andamiaje sólido de un proceso de enseñanza enriquecedor que resulte realmente útil para el alumno de esta nueva época.
(…) Sabemos que iniciar proyectos genera nuevos y más desafíos. Sabemos que hay dimensiones contextuales, institucionales, políticas, sociales, etc. que muchas veces nos ponen obstáculos y dificultan el camino. Pero también sabemos que vale la pena el intento y el esfuerzo. Numerosos docentes dan testimonio de ello. Encarar proyectos de innovación en relación con la propia práctica nunca es fácil, pero es sin duda parte del compromiso profesional que asumimos cuando decidimos dedicarnos a la enseñanza. En síntesis, desarrollar proyectos con nuevas tecnologías es, desde nuestra perspectiva, una oportunidad: oportunidad para imaginar, para reflexionar, para innovar reconociendo los contextos singulares en los que estas experiencias se llevan a cabo.¹
Parte de la tarea del docente es lograr que sus alumnos construyan conocimiento. Que puedan establecer relaciones, vincular ideas, tender puentes. Tender puentes no solo entre conceptos e ideas, sino entre éstos y el mundo.
Ayudarlos así a tender puentes con la realidad que los rodea y, sobre todo, con esa realidad que sueñan construir.
¹: Lila Pinto, "¿Por qué hacer proyectos con tecnología?"
TENDER UN PUENTE 